Me encontraba aún alterado y con sudor frío recorriéndome el cuerpo, me senté en la cama y miré a mi alrededor, seguía en mi cuarto, me llevé una mano al pecho intentando calmarme.
Cuando conseguí hacerlo, me levanté y miré la hora que era, casi se me cae el mundo encima cuando me di cuenta de que hacía media hora que tenía que haber estado despierto. Me arreglé y tomé el desayuno tan rápido como pude, casi me atraganté.
Puse rumbo hacia el instituto, pero a mitad de camino, oí un grito lejano, distinguí que era el de una mujer, me giré y no vi a nadie, miré a todos lados, nadie, un producto de la imaginación, me dije a mí mismo, seguí mi camino aunque sin conseguir quitarme ese sueño de la cabeza.... tres años, hoy era el aniversario de su muerte.
Cuando llegué, afortunadamente, todavía no había empezado la clase .
Mi mente aún estaba a oscuras, no podía concentrarme en otra cosa, pero rápidamente salí de ese ensimismamiento, y para ello solo hizo falta una frase:"tú, a la pizarra".
Miré la pizarra y un maravilloso ejercicio de matemáticas me esperaba para que lo hiciera, me levanté de mi asiento con un cierto desdén y me dirigí a su encuentro.
Faltaba poco para que lo terminara cuando se fue momentáneamente la luz.Todos miramos las bombillas como maldiciéndolas por haber entorpecido nuestra visión. Cuando dirigí de nuevo la vista a la pizarra algo había cambiado, pude observar que a mi lado se encontraba un hombre cuyo rostro no lograba ver, iba vestido como si acabara de salir de una matanza: con la ropa resquebrajada y restos de sangre en ella. También pude observar que en su mano llevaba una especie de artilugio afilado, similar a un cuchillo , que alzó hacia mi cuello, cerré los ojos fuertemente y volví a mirar hacia donde él estaba, había desaparecido, lo único que se me ocurrió hacer en ese instante fue sacudir la cabeza y quitarme esa visión para terminar el ejercicio.
volví a mi asiento, y cuando parecía que todo había vuelto a la normalidad, a medida que la maestra iba corrigiendo lo que yo había hecho, me costaba más y más respirar; pedí permiso para ir al baño, empezaba a sentirme mareado.
Cuando ya estaba ahí, me lavé la cara con agua fresca, y miré mi reflejo en el espejo, en ese momento averigüé porqué todos me habían mirado con cara de horror esa mañana, tenía el rostro pálido y un par de ojeras un tanto marcadas adornando la cara, el pelo alborotado y una mirada fija; cualquiera diría que me acababa de levantar de la tumba, definitivamente, ese no era mi día.
En ese instante, me dio un dolor punzante en el cuello , me llevé la mano al centro del dolor, sin ni siquiera pensarlo. Mi sorpresa fue que, al separarla, estaba cubierta de sangre, no podía quitar la vista de aquello, un instante atrás esa sangre no estaba.
Una voz familiar me llamaba, miré hacia él, era un compañero de clase, había venido a ver qué me pasaba, pues estaba tardando mucho en volver. ¿Es que acaso él no podía ver la sangre? Miré de nuevo hacia mi mano y estaba, sorprendentente, limpia.
Volví junto a él a mi clase, mi cabeza no lograba comprender qué me estaba pasando,¿me estaba volviendo loco?¿todo eso había pasado por falta de sueño? llevé mi mano al cuello y el dolor, que aun seguía ahí, dio una respuesta al tacto... ¿era real?